FICHA EXPLICATIVA
Nº 2
La cruz de caravaca
Dentro de esa piedad popular destaca
la devoción montillana por la Cruz de Caravaca en la Edad Moderna, utilizada
popularmente para ahuyentar rayos y tormentas, para la protección contra los
malos espíritus y el mal de ojo, por eso se multiplicó su presencia en las
casas y familias, de hecho son muchas las efigies antiguas las que encontramos
repartidas por nuestra ciudad, Pero fue a partir de la llegada a Montilla del
beato capuchino, Fray Diego de Cádiz, quien vino a predicar una novena a S.
Francisco Solano cuando se difundió esa devoción todavía más; este beato era
muy devoto de la Cruz de Caravaca y de la espiritualidad agustina, tal como
podemos observar en distintas biografías sobre este personaje.
En Montilla encontramos indicios de
esta devoción a partir del hallazgo que realiza Francisco J. Jiménez Espejo,
director del Museo Histórico de Montilla, de una inscripción en el fuste de una
columna del claustro barroco del antiguo convento de San Agustín en la que
podemos leer:
Que hace alusión al portentoso
milagro que la Cruz de Caravaca realizó, en Sevilla en marzo de 1788, a una joven que aprendió a
persignarse según le enseñó Fray Diego de Cádiz, y que consistía en hacerse la
señal de la cruz según la forma de esta famosa cruz y que al hacerlo la libró
de ser “deshonrada por un malvado joven”, según afirman los documentos. A
partir de este hecho la devoción se difundió todavía más por Andalucía y es por
este motivo el caso de la interesante inscripción de la columna de S. Agustín,
por tanto, en la centenaria devoción en Montilla por la Cruz de Caravaca
encontramos una revitalización con la presencia de Fray Diego de Cádiz, su
contacto con los agustinos y el milagro de Sevilla de 1788 que se difundió por
los pliegos de cordel y por tradición oral. Fray Diego de Cádiz dejó una
profunda huella en Montilla que incluso se conserva un retrato en el Monasterio
de Santa Clara.
La Cruz de Caravaca lleva el nombre
de la localidad de Caravaca en la región murciana, lugar de la aparición el 3
de mayo de 1232. Se compone de una cruz con dos travesaños, se conserva en la
iglesia de la Santísima Cruz de la misma villa. Según la leyenda, la Cruz
perteneció originalmente al primer patriarca de Jerusalén y fue llevada al
castillo de Caravaca por dos ángeles, que han quedado reflejados en la
iconografía de la misma. Según la tradición, a Caravaca llegó una remesa de
cautivos cristianos y entre ellos un sacerdote; el rey almohade de Valencia y
Murcia, Abuceyt, quería presenciar una misa, pero el sacerdote, Ginés Pérez, le
dijo al rey que no podía celebrarla sin la presencia de una cruz, entonces, y
según la leyenda, aparecieron dos ángeles portándola y depositándola en la
villa de Caravaca, eso conllevó que Abuceyt y sus vasallos se convirtieran al
cristianismo. La devoción a esta cruz se va expandiendo poco a poco por toda la
península, teniendo en Montilla su episodio particular con la inscripción
descubierta en S. Agustín y que ha
permanecido inédita hasta hoy.
Imagen procedente de: Pliego de 1799 del Archivo Histórico
Nacional (Madrid)